La primera vez que fumé una Super Lemon Haze pensé que no había posibilidad de conseguir mejor porro que ése, en toda la historia. Corría 2010 y todavía el autocultivo no estaba en los niveles de hoy. Si bien ya existía hacía varios años la Revista THC, aparecía en el mercado la revista Haze y la información circulaba mucho más rápido que en la década previa, todavía no había growshops a la calle ni bancos de semillas locales ni páginas radicadas en Argentina que vendieran semas.
La única forma de adquirir genéticas novedosas para alguien que no estaba insertado en el círculo interno del autocultivo o no conocía a algunos de los popes que ya acumulaban años de experiencia, era tirarse un lance al exterior. El sitio indicado: Chumajek. Un grow shop español ubicado en Islas Canarias que mandaba semillas a Argentina camufladas en libros, cajas de cartón u objetos bizarros como imanes, para evadir los controles del correo, la aduana y la AFIP.
De esta forma, un amigo había conseguido unas semillas de la por entonces bicampeona del mundo creada por GreenHouse, la Super Lemon Haze (SLH), cruza de la Silver Haze y Lemon Skunk. El resultado fue increíble. Se ve que esa primera generación venía con un buen poder híbrido, sumado a que mi amigo la mandó directo a tierra y sacó un plantón demencial.
Al año siguiente, en el verano de 2011-2012 tuve mi primer cultivo y elegí la SLH. Los resultados fueron buenos, si bien estuvieron un poco alejados de esa planta primigenia que todavía recuerdo con amor cannábico. Desde entonces, la SLH quedó dentro del roster de plantas que me gusta cultivar cada tanto.
Pero pasó el tiempo, las genéticas fueron variando cada vez más y el autocultivo argentino tuvo una expansión de tipo big bang. Aparecieron bancos cómo BSF y las genéticas más comunes pasaron a tener nombres como Gorilla Glue, Girl Scout Cookies o Sour Diesel. El mundo, en estos 12 años, cambió de nuevo.
Lo que antes nosotros considerábamos como genéticas "old school" (Northern Lights, Jack Herer, Silver Haze, Acapulco Gold) quedaron olvidadas a nivel consumidor. Y las genéticas que en algún momento habían sido las "nuevas" pasaron a convertirse en "vieja escuela". White Widow, Tangie o Silver Lemon Haze se convirtieron en el piso de la nueva generación de genéticas. Grata fue mi sorpresa al encontrar que aún la SLH tenía algo de vigencia y seguía siendo cultivada y reproducida por bancos cómo BSF o Silver River Seeds.
Las características que hicieron en su momento una gran planta siguen ahí: muy buen pegue -en mi experiencia "para arriba"-, un gusto cítrico difícil de encontrar tan claro en otras plantas y una genética bastante estabilizada que da plantas de similares características. Todas condiciones para convertirla en un viejo nuevo clásico.
Sin desmerecer a ninguna de las nuevas genéticas que vienen cada vez más violentas, con THC por las nubes y cristales que directamente cubren todos los cogollos y hojas aledañas, sigo guardando en mi corazón un lugar especial para esa genética que me acompañó desde el inicio de mis cultivos y a la cual siempre le reservo un lugar entre mis macetas de verano.