Lo que están a punto de leer es un extracto, más bien un capítulo, del libro Liber Null y Psiconauta de Peter Carroll, cofundador de la Magia del Caos. Quienes nos acercamos a estos textos con curiosidad epistémica siempre tenemos el desafío de extraer aquello que consideramos valioso dentro del amplio espectro que cubre el libro. Carroll cree efectivamente en la magia, en la tradición mágica y en el esoterismo, tanto como una línea hermenéutica de un tipo de textos que une desde los escritos gnósticos a los de la Golden Dawn, Aleister Crowley y el Tarot.
Pero, ¿qué tipo de "curiosidad epistémica" nos lleva a leer textos de este tipo? En mi caso es bastante sencillo de explicar: mi línea de interpretación es que los textos herméticos, mágicos y esotéricos intentan buscar explicaciones a fenómenos del ámbito de la psicología. No es más que una perogrullada decir que el estudio del "alma" en el mundo clásico fue reemplazado por el vocablo "mente"; y no fue hasta la aparición de la psicología clínica, a principios del siglo XX, cuando realmente se fue a fondo con la construcción de una disciplina que se dedique exclusivamente al estudio de la mente, el cerebro y su relación con la acción humana. Para profundizar este vínculo recomiendo leer Tecgnosis, de Erik Davis, otro de los libros reseñados en 421.
Es por esto que, aún en textos de absoluta nulidad epistémica como puede ser uno sobre "Magia del Caos", se pueden encontrar pasajes más que interesantes, de carácter "intuitivo" más que científico, pero con insights que enmarco en la hermosa categoría de "avive". En el caso de este capítulo de Liber Null, tenemos uno de esos casos donde el autor hace una recopilación histórica de períodos culturales y cómo fueron utilizadas en cada uno de ellos las "fuerzas psíquicas".
Es interesante ver cómo un libro publicado en 1987 ya anticipa algunas de las tendencias que hoy están siendo muy claras; y cómo algunas de ellas se volvieron reales y relevantes para la comprensión del contexto. Por ejemplo, la emergencia de los "consultores de lifestyle como sacerdotes de la nueva civilización". Por algunas aseveraciones como ésta, también me gusta decir que nunca se puede terminar de diferenciar un buen libro (interesante a nivel curiosidad) de esoterismo de un buen libro de guerra psicológica. En definitiva, de lo que se trata en ambos casos –¿o en el mismo?– es de describir el arte de la manipulación de la psiquis humana. Menuda tarea.
Sin más preámbulos, pasen y disfruten.

El Milenio, por Peter Carroll
La humanidad ha evolucionado a través de cuatro grandes estados de conciencia, o eones, y un quinto está en el horizonte. El primer eón surge de las brumas del tiempo. Fue una era de chamanismo y magia, cuando los gobernantes de los hombres tenían un firme control de las fuerzas psíquicas. Tales fuerzas conferían un alto valor de supervivencia al frágil hombre desnudo que vivía en íntima comunión con los peligros de un entorno hostil. Esta forma de conciencia ha dejado su huella en las diversas tradiciones subterráneas de la brujería y la hechicería. También ha sobrevivido en manos de varias culturas aborígenes, en las que estos poderes se usaban para imponer la conformidad social.
El segundo eón pagano surgió con un modo de vida más asentado, a medida que la agricultura y la vida urbana comenzaban a desarrollarse. A medida que surgían formas de pensamiento más complejas y los hombres se alejaban más de la naturaleza, el conocimiento de las fuerzas psíquicas se fue confundiendo. Los dioses, espíritus y supersticiones llenaron con dificultad los vacíos creados por la pérdida del conocimiento natural y la creciente conciencia del hombre sobre su propia mente.
El tercer eón, o monoteísta, surgió dentro de las civilizaciones paganas y barrió la antigua forma de conciencia. El experimento se intentó una vez en Egipto, pero fracasó. Realmente se consolidó con el judaísmo y, posteriormente, con el cristianismo y el islam, que fueron ramificaciones de este. En Oriente, el budismo fue su forma predominante. En el eón monoteísta, los hombres adoraban una forma singular e idealizada de sí mismos.
El eón ateísta surgió dentro de las culturas monoteístas occidentales y comenzó a expandirse por todo el mundo, aunque el proceso está lejos de completarse. No se trata simplemente de una negación de las ideas monoteístas. Contiene las nociones radicales y positivas de que el universo puede entenderse y manipularse mediante la observación cuidadosa del comportamiento de las cosas materiales. La existencia de seres espirituales se considera una cuestión sin significado real. Los hombres buscan en su experiencia emocional el único fundamento de significado.
Ahora bien, algunas culturas han permanecido en un eón mientras otras han avanzado, aunque la mayoría nunca se ha liberado completamente de los residuos del pasado.
Así, la hechicería contaminó a las civilizaciones paganas e incluso a la nuestra. El paganismo mancha tanto al catolicismo como al protestantismo. El tiempo necesario para que una cultura líder avance hacia un nuevo eón se acorta a medida que avanza la historia. El eón ateísta comenzó hace varios cientos de años. El eón monoteísta se inició hace dos mil quinientos o tres mil años. El eón pagano comenzó hace unos seis mil años, con los inicios de la civilización, mientras que el primer eón chamánico se remonta al amanecer de la humanidad.
Hay señales de que el quinto eón se está desarrollando exactamente donde cabría esperarlo: dentro de las secciones líderes de las culturas ateas más avanzadas.
La evolución de la conciencia es cíclica, en forma de una espiral ascendente. El quinto eón representa un retorno a la conciencia del primer eón, pero en una forma superior. La filosofía caótica volverá a convertirse en una fuerza intelectual y moral dominante. Los poderes psíquicos serán cada vez más considerados como soluciones a los problemas del hombre. De las tendencias actuales pueden extrapolarse una serie de profecías generales y específicas que muestran cómo se desarrollará esto y cuál será el papel de los Illuminati en el proceso.
Décadas, posiblemente siglos, de guerras nos esperan. Los remanentes del monoteísmo están colapsando rápidamente, a pesar de algún que otro resurgimiento, frente al humanismo secular y el consumismo. Los superestados tecnológicos y ateos intentan establecer un férreo control sobre la conciencia humana. Estamos entrando en una fase que podría volverse tan opresiva para el espíritu como el monoteísmo medieval. La ecuación de producción/consumo se vuelve cada vez más difícil de entender o equilibrar a medida que la religión consumista de las masas comienza a dictar la política.
Cada vez se introducen más mecanismos para la regulación forzosa del comportamiento, ya que la densidad poblacional empuja a los individuos a buscar formas cada vez más extrañas de satisfacción en el sensacionalismo material. El problema de cualquier sistema de creencias es su tenacidad e inercia una vez que se establece y domina.
Las religiones medievales asesinaron a millones para proteger su hegemonía. Innumerables cruzadas, yihads, quemas y masacres fueron perpetradas. Al final, ningún nivel de persecución pudo evitar la inevitable ascensión del ateísmo.
Ahora son los superestados ateos los que suministran las armas y lanzan las bombas en apoyo de la hegemonía de su visión del mundo.
Ahora son los superestados ateos los que suministran las armas y lanzan las bombas en apoyo de la hegemonía del capitalismo consumista o del comunismo consumista. Y esto es solo el comienzo. La lógica ciega de la tecnología y el consumismo provocará que la alienación, el descontento, la codicia y la crisis de identidad aumenten a niveles catastróficos, lo que podría desencadenar una guerra muy destructiva. Es posible que ocurra un colapso de la sociedad que adopte la forma de una yihad antitecnológica.
Estas reacciones no resolverán las contradicciones del sistema, sino que simplemente introducirán una nueva edad oscura y ralentizarán los cambios. Sin embargo, por importantes que puedan parecer estos eventos, si suceden, no afectarán al movimiento de la conciencia a largo plazo; solo influirán en su cronograma.
No obstante, los Illuminati deben estar preparados para aprovechar los cambios que definitivamente ocurrirán. Entre estos cambios se encuentran:
La Muerte de la Espiritualidad. Las ideas fijas sobre el espíritu esencial o la naturaleza del hombre serán completamente abandonadas a medida que una tecnología emocional se refine. Drogas, sexualidades desconocidas, modas pasajeras, entretenimientos extraños y sensacionalismo material son intentos preliminares hacia este fin. Sin embargo, los productos químicos, la electrónica y la cirugía solo tenderán a esclavizar. En contraste, el gnosis, el alfabeto del deseo y otros métodos mágicos tenderán a liberar.
La Muerte de la Superstición. Los prejuicios contra la posibilidad de lo oculto o sobrenatural se disiparán frente al desarrollo de una tecnología mágica. La telepatía, la telequinesis, la influencia mental, la hipnosis, la fascinación y el carisma serán examinados, refinados y explotados sistemáticamente como métodos de control. Podremos llegar a ver magos trabajando detrás de alambradas o en celdas subterráneas.
La Muerte de la Identidad. Las ideas sobre el lugar de una persona en la sociedad, su rol, estilo de vida y cualidades del ego perderán su influencia a medida que las fuerzas cohesivas de la sociedad se desintegren. Los valores subculturales proliferarán hasta tal punto que surgirá una clase completamente nueva de profesionales dedicados a controlarlos. Esta tecnología de transmutación se especializará en modas y formas de ser. Los consultores de estilo de vida se convertirán en los nuevos sacerdotes de nuestra civilización. Ellos serán los nuevos magos.
La Muerte de la Creencia. Abandonaremos todas las ideas fijas sobre lo que es absoluto o valioso y sobre lo que constituye la moralidad, a medida que se desarrolle una tecnología psicológica. Las técnicas de modificación de creencias y comportamiento —en el ámbito militar, la psiquiatría, los centros de detención, la propaganda, las escuelas y los medios de comunicación— se volverán tan sofisticadas que la verdad se convertirá en una cuestión de quién la crea. La realidad se volverá mágica.
La Muerte de la Ideología. Las ideas sobre qué forma deberían tomar las aspiraciones humanas darán paso a una ciencia enfocada en la preservación del mecanismo de control: el gobierno y sus agencias. Estos podrán volverse globales o semi-globales, pero su preocupación principal será la preservación del gobierno, ya sea a favor o en contra del pueblo. Una cibernética primitiva se transformará en una tecnología política. Los gobiernos deberán elegir entre adaptarse para coordinar la creciente diversidad humana o buscar reducir esa diversidad mediante medidas represivas.