Magaiba, la primera memecoin argentina exitosa
El lunes 4 de marzo a las 11 de la mañana, me senté en la computadora y vi esta conversación en un grupo de Discord:
-Che gordos, ¿hacemos una memecoin de Magaiba?
-Sí, dale.
-¿Qué necesitamos?
-10 SOL
-Joya, los juntamos el miércoles.
En ese momento se conformó el equipo de "los devs". Pablo Wasserman, Juan Ruocco (yo), Ox y F8. Por un lado, los dos responsables del programa semanal Círculo Vicioso y tutores de la comunidad, por el otro dos desarrolladores con experiencia en Solidity, el lenguaje de programación de la máquina virtual de Ethereum. El trasfondo técnico de ellos sugería como primera opción usar Ethereum para crear el token, pero todas las memecoins exitosas del momento estaban en la red Solana. Que es, a su vez, una especie de copia de Ethereum pero con costos de transacción más bajos, lo cual permite una mayor especulación con montos más pequeños. Una característica ideal para el ecosistema memero que estaba en pleno auge.
A partir de ese diálogo se puso en marcha por primera vez todo el aparato de Círculo Vicioso para llevar el proyecto a buen puerto. Era la primera vez que la comunidad iba a probar su poder de fuego. OX y F8 "escribieron" el contrato inteligente (el código que determina de antemano todo el comportamiento de la moneda) y buscaron una imagen que haga las veces de logotipo. Creamos una billetera de firma múltiple para todas las transacciones necesarias.
El miércoles 6 de marzo, durante la emisión del programa, anunciamos la llegada de la "Era Magaiba" y lanzamos al público el desafío de juntar la cantidad necesaria de SOL (el token de Solana) para darle vida al proyecto. En menos de 12 horas, la comunidad de Círculo Vicioso juntó los 10 SOL necesarios, que al momento sumaban algo así como 1800 dólares.
Todo el truco de Magaiba consistía en hacer una distribución equitativa para todos los miembros del "Club" (como se autodenominan los seguidores de CV), y que ellos no vendieran la cantidad que iban a recibir, para lograr darle vida a la moneda. Si los gordos vendían todo ni bien lo recibían, destruían por completo el proyecto. Sólo la unanimidad mental en torno a holdear podía hacer que la memecoin viviera más que algunas horas. Magaiba no solo era una criptomoneda sino que también, y por sobre todas las cosas, era la posibilidad de medir la capacidad propagandística del "Club".
Pero, ¿quién es Magaiba? Es común que con Pablo cerremos el programa mirando videos cortos de Instagram, YouTube y TikTok. En particular, videos de animales: pueden ser monos, osos panda, reptiles varios. En una ocasión nos pusimos a mirar los videos de un tegu, un lagarto overo argentino de color rojo.
Se llamaba McGyver y lo cuidaba Ice, su dueña, una chica asiática que vivía en California. Su pronunciación con acento hacía sentir que decía "Magaiba" en vez de "McGyver". Así quedó el nombre, y el meme nació para la comunidad de Círculo Vicioso. Como suele suceder cuando la comunidad se pasa de rosca con un meme, éste se vuelve el centro de atención por unos días, semanas o lo que dure la manija. Magaiba era, hasta ese momento, el mejor meme dentro del lore de Círculo Vicioso. INSERT MAGAIBA IN CONTROL MEME.
La Era Magaiba
Magaiba es una moneda de cantidad limitada, de la que se crearon 1000 millones de unidades y no se pueden generar más. La distribución se hizo de la siguiente forma: 150 millones fueron al Círculo Vicioso community airdrop, 100 millones al tesoro, 700 millones al Raydium Pool (burnt LP tokens) y 50 millones se quemaron. Más adelante, otros 70 millones del tesoro se quemaron para que no hubiese dudas sobre el destino de esos tokens. Así, el circulante total actual ronda los 880 millones de tokens.
Para recibir el airdrop de Magaiba había que copiar una dirección válida de Solana en un canal del servidor de Discord de Círculo Vicioso. Para evitar la entrada de gente que no perteneciera al Club, el servidor quedó cerrado para nuevas incorporaciones por 24 horas. En ese lapso llegaron cerca de 240 direcciones, que 24 horas después recibieron el envío de 710000 magaibas. En el momento de mayor locura y cotización de la moneda, que llegó a valer dos centavos de dólar por unidad, ese airdrop valía algo así como 14 mil dólares.
En menos 48 horas y junto a los "devs", la comunidad de Círculo Vicioso había creado el proyecto, juntado los fondos necesarios y distribuido todas las unidades entre los seguidores. Todo se hizo a la velocidad de la luz. El jueves 7 de marzo por la mañana, Magaiba era un hecho. Los gordos ya podían ver el saldo en sus billeteras y comenzaba uno de los momentos más extraños y acelerados de mi vida. La Era Magaiba.
Cinco días después, la cotización total de mercado de la moneda alcanzó los 20 millones de dólares. Cada unidad llegó a cotizar 2 centavos de dólar, y el pool de liquidez había pasado de 2 mil a 300 mil dólares. A través de Magaiba se llegaron a operar 5.8 millones de dólares diarios, entre compras y ventas.
Velocidad de escape
El meme había corrido como reguero de pólvora por internet. El trabajo de la comunidad para crear imágenes, videos, canciones, una radio 24 horas por YouTube, edits y demás herramientas del arsenal memero fue incansable. Magaiba creció tan rápido y tan pronto que tuvo que tener su propio servidor de Discord, separado del de Círculo Vicioso. El canal de Telegram juntó 2000 usuarios. Cada mañana se sentía como entrar en guerra. La rutina de todos era despertarnos, prender la computadora, entrar al Discord y ocupar alguna estación de batalla.
En principio, Magaiba captó la atención de todo Twitter Argentina y luego, a medida que la cotización se mantenía al alza, la moneda fue cayendo en otras redes. Instagram y TikTok empezaron a tener contenido propio. Los shilleros locales (usuarios dedicados a hypear criptomonedas) al principio la rechazaron, pero luego se sumaron a la ola. Diferentes empresarios de todo el rubro financiero y cripto, también. Nos llegaban mensajes por todas las redes con diferentes pedidos para hacer compras over the counter (a medida, directo con el tesoro sin pasar por el pool de liquidez) por valores de 5 mil a 10 mil dólares.
También los medios nacionales más importantes, como Ámbito Financiero, A24, Yahoo! Noticias, Corta e iProUP publicaron notas sobre el fenómeno, que incluso llegó a portales de noticias como RT en Español.
El meme fue tan fuerte que agarró lo que se suele llamar "velocidad de escape", el equivalente a lo que hace un cohete al despegar. El cohete necesita una fuente de energía brutal para vencer la gravedad de la Tierra. Lo mismo sucede con un meme, que necesita una cantidad de atención, modificación y réplica brutal para salir de su nicho de origen y convertirse en algo "global". La llegada de Magaiba a usuarios de Hong Kong marcó que el proyecto ya había cruzado todos los límites imaginables para sus líderes y para la propia comunidad.
La polémica
La aparición de la moneda partió aguas en la comunidad cripto local. De un lado, quienes entendían de qué iba el juego. Y del otro, un montón de "referentes" del ecosistema cripto (como periodistas, desarrolladores y semi empresarios) que creían que la aparición de este fenómeno podría "dañar" la reputación de las criptomonedas, como si tal cosa no fuera una parte común del desarrollo de las mismas y cómo si no hubiera ya ocurrido en situaciones mucho peores.
Desde el primer momento, quienes asumimos el rol de responsables del proyecto siempre dijimos lo mismo: Magaiba es un juego, es un chiste y sólo deberían poner plata quienes estén dispuestos a perderla. Por otro lado, la total transparencia sobre cómo se había distribuído y el hecho de que el tesoro hubiera sido burneado fueron muestras claras de que el equipo nunca buscó hacer un rugpull, como se dice en la jerga (una estafa).
Cada ciclo de vida de las criptomonedas tiene una "nueva" tecnología o característica que se convierte en una palabra clave o gimmick para hypear a la industria. Fue así con cada ola. Bitcoin, ICO’s, DeFi, NFTs, metaverso. Las memecoins parecen ser el nuevo tren del hype, de este nuevo ciclo de crecimiento cripto.
Todos quienes hablaron a favor o en contra de Magaiba habían participado de al menos uno de esos ciclos de hype, que en general dejaron más gente destrozada que otra cosa. La clave de Magaiba, y la distinción con el resto, fue que el proyecto siempre fue autoconsciente, así como las pautas y fundamentos siempre estuvieron clarísimos. Pocas cosas más satisfactorias (y adrenalínicas) que ver cómo el canal de noticias del grupo mediático más grande del país intenta mostrar que tu moneda es una estafa y falla rotundamente en el intento.
Los días más felices siempre fueron magaiberos
Es muy difícil reproducir el estado de ánimo que se vivió en toda la comunidad de Círculo Vicioso durante los primeros cinco días de vida de Magaiba. Más allá de toda la experiencia, esto es lo que me quedará guardado para siempre en la memoria. Ver en tiempo real cómo cien o doscientas personas se coordinan para crear memes, armar nuevas comunidades en Discord, canales de Telegram, cuentas de Twitter, una radio 24 horas, canciones, imágenes y videos sobre Magaiba, no tiene ni tendrá precio.
Cada día se sentía como una nueva batalla. Nadie quería dormir, nadie se quería perder nada. A medida que esta intensidad se sostenía, aparecían las recompensas: nuevos jugadores se sumaban a Magaiba, nos escribían conocidos referentes y empresarios del mundo cripto y trader de Argentina para comprar y shillear Magaiba.
Los memes fluían desde las catacumbas y el precio convalidaba la energía puesta en el proyecto. La única incógnita era cuánto iba a durar todo. Pero realmente no importaba: durante esos días, la sensación era de una victoria total y absoluta. El Club Atlético Círculo Vicioso había memeado su moneda hasta convertirla en la más exitosa de Argentina, y, posiblemente, de Latinoamérica.
Es probable que en el nuevo ciclo alcista de Bitcoin y del espacio cripto aparezcan nuevas monedas, argentinas incluso, que lleguen a superar lo que logró Magaiba. Pero ninguna podrá decir que fue la primera. Ese lugar ya está ocupado y será para siempre de un lagarto overo rojo, argentino, gentle and good.