La estética brutalista: del cemento al pixel

En la era UX, donde cada pixel parece cuidadosamente pensado para cuidar al humano tras la pantalla, hay una corriente de diseño disruptiva que nace inspirada en el movimiento arquitectónico del brutalismo, conocido por sus imponentes estructuras de hormigón y su funcionalidad sin adornos. ¿Qué busca este movimiento que rechaza la perfección visual?

De lo arquitectónico a lo digital

El brutalismo arquitectónico nació en el periodo de posguerra, en los '50, como una expresión de austeridad y funcionalidad. Europa cuenta con una tradición brutalista muy importante, visible por ejemplo en edificios como el Barbican Centre en Londres, la Universidad de East Anglia y muchas viviendas comunitarias a lo largo del continente. Argentina no se queda atrás y hasta tuvo un genio en la materia de la mano de Clorindo Testa, arquitecto a cargo de diseños imposibles y hermosos como el de la Biblioteca Nacional de Buenos Aires o el Banco de Londres (hoy sede del Banco Hipotecario, en Reconquista 101, en el centro porteño). 

En el ámbito digital, el brutalismo surge como una respuesta a la saturación de diseños web hiper refinados y homogéneos. En dónde la secta del UX avanza, el brutalismo resiste rompiendo con estas nuevas convenciones y ofreciendo una experiencia visual cruda.

Harto de que todo se vea igual

El brutalismo digital es una declaración contracultural que entra en tensión con los principios del diseño centrado en el usuario (UX). Si bien su objetivo es ofrecer una experiencia más directa y cruda, entra en conflicto con las mejores prácticas de usabilidad que buscan interfaces intuitivas y accesibles para todos. La estética brutalista puede dificultar la navegación al priorizar la expresión artística sobre la comodidad del usuario. 

No todo es blanco y negro, también se puede llegar a un punto de encuentro entre la funcionalidad y accesibilidad que predica el UX y el capricho auténtico y desafiante del brutalismo digital. En este contexto, el brutalismo digital se pelea con las expectativas convencionales al tiempo que invita a pensar sobre qué significa diseñar para las personas.

En definitiv,a mientras el diseño digital tradicional se centra en el usuario y busca convenciones universales para mejorar la experiencia, el brutalismo te dice: "Acá nos cuesta un huevo a cada uno, por favor les pido, un poquito de pogo allá, nada más viejo".

Cómo hacerlo BRUTAL

Hablamos de filosofía y contracultura, pero repasemos también cómo se ve un diseño brutalista. Empecemos por la estética cruda y el minimalismo extremo en sus colores, tipografías que suelen ser monoespaciadas y grandes, y el agregado de elementos icónicos. Esto se mezcla con interfaces funcionales para el diseño web en espacios caprichosos, y con una nostalgia digital de aquella primera web de los '90.

Es común también que se usen elementos retrofuturistas, iconos duros como formas geométricas y tipografías estilo black metal. La combinación, dependiendo de los elementos que se usen, puede traer imaginarios cyberpunks, post soviéticos y opresivos. Algo que se acerca mucho a las estéticas que en la música buscan el tecno, el industrial, el retro new wave o el trap, muy trabajados por David Rudnick.

En cuanto al brutalismo web, pueden conocer más ejemplos en Brutalist Websites, un sitio que junta webs con este tipo de onda y entrevista a sus diseñadores. El sitio predica que "en su aspereza y falta de preocupación por lucir cómodo o fácil, el brutalismo puede verse como una reacción de una generación más joven ante la ligereza, el optimismo y la frivolidad del diseño web actual".

Y si bien todo parece caos, el diseñador David Copeland publicó en su sitio unas guidelines que actualiza constantemente, sobre cómo usar el brutalismo para diseño web sin perder de foco las ideas básicas de UX.

El futuro del brutalismo, ¿hay futuro?

Esta corriente de nicho, que eventualmente se filtra en el universo corporativo, las marcas emergentes, el diseño para ropa y música, representa una respuesta desde el extremo opuesto a lo que hoy es la norma. No creo que sea algo efímero, pero sí que puede mutar hasta perder varios de sus elementos y convertirse en otra cosa. Pero es importante ver qué pasa fuera de la norma, entender que los grandes cambios vienen desde los márgenes, y prestar atención a los extremos opuestos a lo que nos acostumbran.