Esta es una (no tan) breve introducción al cultivo de cannabis en exteriores: patio, balcón, terraza, jardín. Es un resumen de mi experiencia durante los más de doce años que llevo cultivando la planta de forma algo irregular. Mi primer cultivo fue en el verano de 2011-2012 y el último en el de 2023-2024, y aunque tuve algunos baches en el medio, eso me dio una buena cantidad de plantas crecidas. La idea de esta Guía es acompañar a quienes quieran hacer sus primeros cultivos exteriores, dándoles la información necesaria pero sin abrumar.

Empezar desde cero la tarea de cultivar puede ser un poco confuso, dada la cantidad de variables que la atraviesan. Pero básicamente hay una serie de aspectos esenciales de cualquier cultivo exterior: genética, luz, sustrato, riego y fertilizantes. Eso sin perder de vista que, muchas veces, el gran desafío para la mayoría de los cultivadores es cuidar un ser vivo por primera vez en su vida.

La mirada holística

Hay algo clave, que siempre se escapa a las guías de cultivo, y es que la mayoría de los que se acercan al cultivo de marihuana parten de un desconocimiento total de cómo cuidar una planta. En definitiva, cultivar marihuana es un subgénero de cuidar una planta, por lo que todo conocimiento de cultivo es de sumo valor para cultivar marihuana. Cualquier jardinero más o menos bueno puede hacerlo sin problema. Lo que hay que entender es que cuidar una planta es una actividad "holística"; es decir, que incorpora muchas otras actividades, con relaciones imbricadas. Una planta es un organismo interdependiente y por eso, si bien hay que mirar cosas específicas, también hay que desarrollar un nivel de análisis general.

Muchos factores involucrados hacen al conjunto. ¿Cómo saber si vamos bien? La planta se tiene que ver saludable: buen tamaño, buen ritmo de crecimiento, hojas bien verdes y pocos bichos merodeando. ¿Cómo sabemos si la cosa va mal? Tamaño extraño, ritmo de crecimiento bajo, hojas amarillentas, mal estado general. Aprender a leer los signos de las plantas es aprender a cultivar. es Entender los procesos generales de las plantas y cómo se ven afectados por nuestras acciones es lo principal a desarrollar como cultivador o jardinero.

Y si bien en esta Guía queremos dar recomendaciones que no insuman demasiado tiempo, nada bueno se obtiene sin trabajo. Cuidar una planta implica cierto nivel de laburo y, cuanto mejor lo hagamos, mejor será el resultado. No hay forma de escapar a eso: cuidar una planta o un jardín es un trabajo de todos los días. Si no tenés disposición a dedicar esa cantidad de tiempo, mejor buscar otra actividad.

Esta Guía apunta a optimizar el nivel de tiempo, trabajo y resultados obtenidos. Lograr lo mejor que podamos con el mínimo esfuerzo requerido. Pero algo hay que hacer. No existen atajos.

La marihuana

Recordemos primero alguna información básica sobre el cannabis. La planta de marihuana es una planta sexuada, de la que vamos a cultivar hembras, que son las que producen flores y reciben el polen para reproducirse creando semillas. En estas flores se producen los cristales (tricomas) que tienen dentro compuestos psicoactivos como el delta 9 THC (más conocido como THC a secas), y otros no tanto, como el CBD.

Estas plantas responden a fotoperíodos, a un crecimiento determinado por la cantidad de horas de luz que reciben. Una planta que recibe más de 12 horas de luz diaria (idealmente 18) mantendrá un crecimiento vegetativo, donde crecen ramas, hojas y tallos, sin producir flores. Cuando las horas de oscuridad y luz se vuelven parejas (12-12) la planta entra en floración. Es decir, comienza a producir cogollos. Las conocidas "autoflorecientes" no siguen este parámetro y florecen en cualquier condición lumínica, cuando alcanzan un punto de maduración predeterminado.

La genética

La genética es el factor clave en todo cultivo. Si bien el ambiente (luz, sustrato, riego y fertilización) suma al buen desarrollo de una planta, su mayor potencial está en su genética. Hay un montón de tela para cortar pero, básicamente, si van a germinar desde semillas, asegúrense de que sean originales, de un banco reconocido. Eso garantiza (dentro de la amplitud que hay en los organismos vivos) que la planta elegida va a tener las mejores condiciones genéticas para desarrollarse. Y si van a comprar esquejes, asegúrense de que sean buenos. Todo lo demás, es cuestión de gusto.

Mi mayor consejo está en que consigan semillas feminizadas o clones de plantas hembras. No hay frustración más grande que dedicar mucho tiempo, amor y dinero a una planta que termina siendo macho. Si bien está dentro del horizonte de posibilidades, es mejor reducir al mínimo el riesgo.

Por otro lado, las plantas con características genéticas comprobadas, de bancos confiables, suelen tener mucho mejor crecimiento, son más sanas y dan mejor rendimiento en floración. Cuando empecé a cultivar, la única forma era traer semillas desde el exterior, especialmente desde España. Hoy ya existe una amplia variedad de bancos de semillas y revendedores locales que pueden proveer el necesario material genético. Pero no se dejen engañar, vayan a los originales.

La luz

La luz es el primer factor ambiental a tener en cuenta al hacer un cultivo en el exterior. Porque de la cantidad de luz directa que tenga nuestra planta va a depender su crecimiento, y las que no reciban suficiente van a tener a crecer en forma poco óptima, a volverse alargadas y débiles, y a tener una producción de flores insuficiente. Por el contrario, las que reciban una buena cantidad de luz solar durante todo su crecimiento serán fuertes, frondosas y darán una muy buena cosecha, si se las cuida de forma adecuada. Estamos hablando de algo así como entre 10 y 12 horas de luz directa por día. Si eso no es posible, hasta unas 6 horas de luz pueden ser buenas (cálculo a ojímetro).

Otro dato a tener en cuenta es que, en los últimos años, en nuestro país se vienen dando veranos más calurosos que agregan un poco de complejidad al asunto. Si bien tener la mayor cantidad de luz para las plantas es siempre deseable, las temperaturas altísimas también pueden ser un riesgo adicional y hay que estar atentos para que las plantas no sufran de más o perdamos alguna en el camino. Por otro lado, por la posición de la tierra las horas de luz varían acorde a los cambios de estaciones, algo a tener en cuenta también en la planificación.

El sustrato

Lo siguiente que vamos a determinar es si la planta va a maceta o derecho a la tierra. En la segunda opción el principal factor es el estado del suelo. En general, los jardines de las casas suelen tener tierras algo apelmazadas por el paso del tiempo y por caminarles mucho encima, incluso alguna falta de nutrientes. Si ése es el caso, trabajar un poco la tierra previo a poner nuestra planta puede ser de ayuda. Porque, pese a todo, la tierra siempre es el mejor lugar. La diferencia entre plantas de maceta y plantas en tierra, al menos en tamaño, rendimiento de cogollos y demás, siempre es bastante amplia.

Yo nunca tuve el gusto de poder hacerlo, así que siempre recurrí a la otra opción: la maceta. Las medidas suelen estar en litros, y las más comunes en viveros son de 20, 25, 30, 40 y 60 litros. Esto va a determinar el tamaño de nuestras plantas. Pensemos el talle de la maceta en proporción al espacio disponible y la cantidad de plantas que queramos tener.

La mayor parte del crecimiento de la planta depende de cuán desarrollado esté su sistema de raíces, por eso a mayor cantidad de tierra disponible mayor cantidad de raíces, y mejor será el resultado. En líneas generales, el objetivo es lograr un sustrato con la cantidad suficiente de nutrientes, bien aireado para un crecimiento óptimo de raíces, y que no se compacte con el correr de los meses. Por eso no hablamos de "tierra" sino de sustrato, que tiene varios componentes además de la tierra común y corriente.

Existen miles de preparados con diferentes componentes, pero ésta es la que uso, a partir de la fórmula que me pasó mi amigo Paco, master jedi del cultivo y guía espiritual de este joven padawan. La proporción áurea es: 40% de tierra fértil o compost, 25% de humus, 20% de perlita, 15% de turba (blanca o negra). Vale recordar que un litro de maceta equivale a un (1L= dm3) decímetro cúbico de sustrato, que es la unidad en la que se suelen medir los volúmenes de tierra en viveros. El cálculo es adaptable para cualquier medida mediante una simple regla de tres.

Para el armado del sustrato, lo mejor es tirar todos los elementos en el piso o en una maceta lo suficientemente grande como para poder mezclar todo bien y que quede en óptimas condiciones de homogeneidad.

También se pueden comprar sustratos ya armados. La diferencia es la comodidad y la plata: son más caros pero ahorran trabajo. En mi caso, tanto con el Klasman Dynamics TS3 como con el Grow Mix Multipro tuve buenos resultados en tamaño y rendimiento, pero tampoco los usé tanto como para tener una comparativa concluyente. La diferencia de precio entre ambos me hace inclinarme por el Growmix.

Recordemos también que durante el armado del sustrato es el momento indicado para agregar algunos suplementos que servirán de alimento a la planta, desde harina de hueso a guano de murciélago. Hay toda una variedad de suplementos para el suelo, y luego están los fertilizantes que se agregan con el riego.

Los fertilizantes

Es histórica la discusión sobre qué usar, si orgánicos o inorgánicos, al elegir fertilizantes e insecticidas. Es decir, si deberían ser de materiales extraídos de la naturaleza (?) o bien compuestos químicos sintetizados puros. Siempre me incliné por lo orgánico, pero nunca supe realmente si conviene uno u el otro. Dentro de las supuestas ventajas de los orgánicos está el mejor desarrollo del sustrato (pueden habitarlo microorganismos que enriquecen el suelo), mejor absorción de nutrientes y mejor crecimiento de la planta. Pero acá que cada cual haga su propia investigación. Por costumbre, sigo usando orgánicos con resultados más que satisfactorios en cuanto a cantidad y calidad de las flores obtenidas.

Luego, tenemos que tener en cuenta que hay fertilizantes que se pueden incorporar durante el preparado de la tierra, donde a la mezcla se le pueden agregar suplementos que aporten lo necesario para el crecimiento tanto en vegetativo como en flora. En esta instancia suelo usar harina de hueso y desde hace un tiempo agregué guano de murciélago, ambos fáciles de conseguir en viveros o growshops. Y luego hay momentos extra para fertilizar durante el crecimiento de la planta, donde vamos introduciendo nutrientes mediante el riego.

La planta de cannabis tiene dos momentos muy claros, relacionados al tiempo de maduración de cada genética y a la cantidad de horas de luz a la que está expuesta. Mientras vegeta, le crecen los tallos, las hojas y las raíces. Luego, cuando entra en floración, aparecen los cogollos y todo el crecimiento se concentra ahí. Acompañar cada etapa del proceso con la nutrición correcta es clave. Y, en mi experiencia, influye positivamente en plantas más grandes y saludables, y en cogollos más compactos y gordos, con mayor cantidad de cristales.

En líneas muy generales, la planta de marihuana se alimenta de una tríada conocida como N-P-K, por nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K). El componente principal para crecer en vegetativo es el nitrógeno, y en floración es el potasio. Por eso los diferentes suplementos para cada etapa tienen más de uno que de otro, según corresponde.

En mi caso, probé dos líneas de fertilizantes muy populares y conseguibles: Vamp y Top Crop, marcas nacionales. Existen mejores suplementos pero esto es algo básico que sirve para ir agarrándole la mano al asunto. Vamp es una versión comercial de guano de murciélago, con productos para vegetativo y floración. Top Crop también tiene su línea Vegetativo y sus productos para flora: Top Bloom (que alimenta la planta) y Top Candy (que engorda los cogollos).

La administración es siempre acorde a lo que digan las instrucciones. Siempre controlando no pasarse de mano y dañar la planta. La sobrefertilización suele notarse en las hojas, con manchas, colores raros o quemaduras. Lo mejor es respetar siempre las proporciones que sugieren los fabricantes y regar de tal forma que el agua pueda escapar por debajo de la maceta.

El riego

Si algo descubrí durante los años de cultivo fue la importancia de un riego bien hecho. Básicamente, hay que lograr un nivel más o menos constante de humedad en la tierra, que nunca se llegue a secar para que la planta no sufra estrés y pierda días de crecimiento. Lo más importante es regar con agua sin cloro. Esto se puede lograr dejando que el cloro se evapore (tarda unas 48 horas) o usando anticloro, que no es muy recomendable pero así y todo lo uso bastante y nunca tuve un drama.

¿Cómo saber cuánto regar? Dicen que un 10% del tamaño de la maceta. Cómo sea, siempre riego para lograr que la tierra permanezca húmeda pero no empapada. Una forma de medir es enterrar el dedo y, si dentro del primer centímetro la tierra está húmeda, es porque todavía está bien. En mi último cultivo, así logré que las plantas crecieran mejor. En cultivos anteriores me pasaba muy seguido dejar que la tierra se secara de más, hasta que las hojas se caían, como si estuvieran chupadas. Si bien no mataba la planta, hasta que recuperaba el vigor y demás, perdía días e impactaba negativamente en el crecimiento.

Ahora que ya tenemos más o menos una idea de todos los factores que involucran un cultivo en exterior, ha llegado el momento de ponerlos en juego. 

Germinación, vegetativo y transplantes

En cuanto al momento de germinar, estamos en el mes perfecto: septiembre. Durante el invierno es más difícil que germinen, pero hay gente que lo hace y se puede. El riesgo es que las horas de luz sean insuficientes o que las temperaturas sean demasiado frías, y que la planta nunca entre en buen ritmo de vegetación, y nunca se desarrolle o que florezca ni bien pueda. En muchos casos, se hace crecer la planta en interior de septiembre a diciembre y se la saca en diciembre con un tamaño ya bastante piola.

Para germinar venía usando el método del "plato volador", con dos platos hondos, uno boca arriba y el otro boca abajo. Adentro del de abajo poner dos servilletas, rociarles agua y poner la semilla, taparla con dos servilletas más, el otro plato, y dejarla varias días, controlando que siempre tenga buena humedad. Cuando haya salido la raíz blanca pero aún esté en forma de semilla, pasar a tierra. También hay otro sistema de germinado que es dejarla en un vaso con agua y, ni bien aparece la raíz, pasarla a tierra. Aún no lo probé pero dicen que es más efectivo.

Una vez que nuestra semilla germinó hay que pasarla a tierra. Lo mejor es darle un centímetro de profundidad y colocarla con las raíces hacia abajo, de esta forma la planta buscará la superficie. Se puede germinar en una maceta más pequeña y luego transplantar o hacerlo directamente en la maceta definitiva, esto depende de varias cosas, pero en general con las plantas feminizadas no autoflorecientes se pueden hacer transplantes sin problemas.

Floración y punto de corte

Los cambios en el régimen de luz inducen a las plantas fotoperiódicas a floración, lo cual se detecta fácilmente mediante la observación, cuando aparecen los famosos "pelitos blancos" que marcan el nacimiento de las flores. Durante los primeros días de floración, la planta pega un estirón pero luego concentra sus esfuerzos en alimentar las flores, hinchar sus cálices y producir los cristales que son, en definitiva, los que contienen las sustancias psicoactivas de la planta. Cuanto más cristales, más pega.

Para tener en cuenta, y dependiendo de si es una genética con predominancia sativa o índica, la floración suele suceder a fines de febrero o mediados de marzo, y puede extenderse hasta mayo en plantas tardías. Como sea, una vez que la planta haya hecho todo su camino de crecimiento y esté madura, la podemos cortar.

Respecto del momento de corte existen muchas opiniones, pero lo que se suele hacer es mirar con una lupa de joyero los cristales, que suelen oxidarse con el paso del tiempo y hay quienes sugieren cortarlos cuando tienen un color ámbar, otros cuando el color es más "lechoso" y otros directamente cuando la oxidación no ocurrió y todavía son transparentes.

Pese a las diferentes opiniones, que también tienen que ver con diferentes usos buscados, hace un tiempo encontré un estudio publicado por Naciones Unidas que sugiere que cuanto menos oxidados estén los cristales, más fuerte será el pegue. Igual esto ya depende de cada cultivador. Teniendo en cuenta que la floración puede durar entre 4 y 8 semanas, conviene estar atentos para elegir el punto de corte.

Luego de cortar la planta, viene el proceso de secado, manicurado y curado. Pero me parece que eso es tema para otra guía. ¡Nos vemos en la próxima!