Si los curiosos de la música emergente, los medios sobre nuevo rock y los sorprendidos por casualidad coinciden en señalarte como una de las mejores bandas de la escena actual, lo tenés que bancar en tus shows y discos. Fonso y las Paritarias lo hace sin fisuras. En vivo andan en estado de gracia, como se vio en algunos de los escenarios grandes, grandísimos, que ocuparon recientemente: el Quilmes Rock, el Cosquín Rock y también Obras, como dignos teloneros de Franz Ferdinand. Y en sus temas, como los que acaban de salir en su disco epónimo, también bancan la parada y –como el mítico bigotudo– atienden a un par de boludos.
Es un disco largo que suena ancho y profundo, un disco de canciones que llenan el espacio, resonando en las paredes de un monoambiente o entre los huesos de un cráneo bien colocado. Problemas en el subte, noches en Hudson, remeras de H&M, farmacopea aplicada, pasto quemado al amanecer, poesía hecha en ChatGPT. Hay una carga indudable de argentinidad metropolitana que arma este álbum que también sabe hacer pausas ("Tomar las armas", "Días de consenso", "Nevermind"), en el que suenan sobrados hasta cuando se ponen a hacer fuerza.
El agregado de alta actitud escénica, un sonido directo que no te deja indiferente y una poética fantástica pero cercana (en el especial del Quilmes Rock de Círculo Vicioso se definieron como "realismo mágico") termina armando un combo bien repartido de personalidad, solvencia y psicodelia. Una psicodelia más relajada, y por eso mismo menos obvia que la de otras bandas hypeadas de la escena. Fonso y las Paritarias tienen verdades, señalan mentiras, hacen pensar y hacen flashar: una sopa infrecuente que los vuelve imprescindibles para esta época.
► Buenos Aires
► 52 minutos
► Marzo de 2025