El 4 de diciembre se viralizó un video en Twitter donde se veía claramente a una persona encapuchada disparar tres veces por la espalda y matar a sangre fría a otra. Hasta ahí, un video cualquiera de un hecho violento que circula en redes, a los cuales estamos acostumbrados –al punto de que sistemáticamente intento no verlos para no quedar insensibilizado–.

Cada uno de los tres casquillos de bala recuperados de la escena del crimen tenía escrita una palabra: deny, defend, depose, en alusión a las estrategias utilizadas por las compañías de seguros médicos para negar tratamientos (caros) a sus pacientes. La víctima resultaba ser Brian Thompson, de 50 años, CEO de la empresa United Healthcare. El asesino (hasta entonces anónimo) se convirtió rápidamente en un héroe de internet. Después de mucho tiempo, alguien había logrado ocupar de forma más o menos exitosa un lugar vacante en la variopinta política contemporánea: un radicalizado (que en principio parecía) de izquierda. Rara Avis para los tiempos que corren, dado que la izquierda casi a nivel global extirpó la violencia y la acción directa de su manual de acción.

Sin embargo, no fue el único ataque de este tipo en el año. Cabe recordar el fallido intento de Thomas Matthew Crooks, que estuvo a nada de quitarle la vida a Donald Trump con su AR15 semiautomático. Pero la providencia estuvo del lado de Trump y el resto es historia (reciente) conocida. En una clave de lectura bastante simplona y sostenida por esta evidencia circunstancial, podríamos tentarnos a afirmar que la radicalización es, en definitiva, un fenómeno simétrico. Así como hubo radicalizados de ultra derecha (Breivik, Tarrant, Crusius, Gendron), estaba al caer que hubiese una violencia similar pero de un ala más de izquierda, cuyos objetivos fueran políticos y representantes del Estados Unidos corporativo. Pero la realidad siempre es más compleja.

A diferencia de aquel fallido intento de magnicidio contra Trump, este tirador anónimo de Nueva York había logrado cumplir su cometido de manera efectiva. Rápidamente se desplegó en Twitter el mecanismo para conseguir más información sobre el justiciero anónimo. Lo único que se obtuvo fue una foto del atacante en una cafetería, una hora antes de cometer el crimen.

Mangione captado por una cámara de seguridad mientras le tiraba los perros a la cajera.

Las interpretaciones de los diferentes bandos del paisaje ideológico de internet no se hicieron esperar, porque todos sabemos que no hay nada más divertido que barajar hipótesis al aire, sin ningún tipo de respaldo, mientras los eventos están en pleno desarrollo. En la carrera por generar engagement, el insight más verosímil se queda con todas las interacciones. Para algunos un héroe que ajustició con total razón a un ser despreciable, CEO de una compañía que lucra con la salud de las personas; para otros una psyop de la CIA para poner en marcha una nueva "narrativa" de lucha de clases y empiojar así el futuro gobierno de Trump, que recién va a asumir el 20 de enero. Héroe o MK ultra fallido, el camino del atacante a convertirse en meme ya estaba determinado de antemano.

El 7 de diciembre, la policía de Nueva York informó que encontró la mochila del sospechoso, y que estaba llena de billetes del juego de mesa Monopoly. Esto alimentó aún más el potencial memético del caso, dado que no estábamos ante la presencia de un lumpen si no de alguien bastante consciente de lo que hacía y que además tomaba ribetes performáticos. Un caso hecho a la medida de Twitter.

El 9 de diciembre, Luigi Mangione, licenciado en ciencias de la computación de la Universidad de Pensilvania, de 26 años, fue arrestado por la policía de Altoona mientras comía en un McDonald's. Supuestamente fue entregado a las autoridades por una empleada del local que, pese a haber dado toda la información que llevó a su arresto, no cobrará la recompensa de 60 mil dólares que pesaba sobre el sospechoso.

A partir de que el asesino pasó a tener identidad, internet hizo el resto. Aplicar todos los posibles métodos de stalkeo (o podríamos decirle OSINT) para sacar toda la información que hubiese disponible en las cuentas sociales del sospechoso. Básicamente, bucear en una espiral sin fin en sus redes para intentar dar con un perfil, para intentar dilucidar a través de sus posteos cuáles fueron las motivaciones para hacer lo que hizo.

Seguramente el 98% de los que estén leyendo este artículo busquen lo mismo: un perfil de Luigi Mangione, una explicación para su acción homicida. Lamento decepcionarlos. Casi toda la información que se obtuvo sobre Mangione es pública: su obvia ascendencia italiana (que potenció aún más su sendero memético), el ser fan de Pokemon, escuchar a Charli xcx, una operación lumbar y cierto estado de dolor permanente. A la vez surgieron miles de datos imposibles de chequear, de supuestas "fuentes" que no eran más que gente random intentando llamar la atención.

Duabomber

Pero hubo un dato que abrió el juego aún más a la especulación. Mangione tenía una cuenta de Goodreads en la cual iba rankeando y comentando lo que leía. Ahí se encontró una review del manifiesto del Unabomber, y acá internet se volvió completamente loco. Yo incluído. Lo que había empezado como un ataque difícil de catalogar, empezaba a tener vínculos con la extensa tradición de terror doméstico de Estados Unidos, a la vez que corría el eje del sospechoso de ese lugar de supuesto "izquierdista".

La review de MAngione sobre el manifiesto del Unabomber

Para quienes no lo recuerden o conozcan, Ted Kaczynski alias Unabomber fue un terrorista doméstico norteamericano que conformó de alguna manera el arquetipo del rebelde libertario moderno: ferviente anticomunista, abogaba por sabotear todo el sistema industrial y volver al anarcoprimitivismo pero con derecho a la propiedad privada. Un lockeano radical, digamos. A ese ya de por sí extraño combo le sumó la violencia como estrategia de difusión memética: el envío de cartas bomba por correo. Pronto se convirtió en una especie de ambiguo héroe popular.

La reseña de Mangione sobre el texto de Kaczynski señala la escritura medio axiomática del manifiesto y cita otra frase de internet que ensalza la acción directa, además de señalar que en definitiva el manifiesto y las acciones del Unabomber eran "profundamente revolucionarias". A partir de la reseña, y viendo cómo luego se desenvolvieron los hechos, la tesis de un vínculo ideológico entre ambos actores fue tomando vuelo. Esto ganó todavía más importancia cuando salió a la luz la versión de que entre las pertenencias de Mangione habría algo parecido a su propio manifiesto. Que pronto empezó a circular por internet pero luego quedó demostrado que era apócrifo. El vínculo estrecho entre Mangione y el Unabomber dio pie de nuevo a la intención de poder sacar rápido un perfil del autor, pero cuando el verdadero "manifiesto" que no era más que una carta a las autoridades que lo iban a detener salió a la luz, ese vínculo ideológico mostró ser bastante débil.

"To the Feds, I'll keep this short, because I do respect what you do for our country. To save you a lengthy investigation, I state plainly that I wasn't working with anyone. This was fairly trivial: some elementary social engineering, basic CAD, a lot of patience. The spiral notebook, if present, has some straggling notes and To Do lists that illuminate the gist of it. My tech is pretty locked down because I work in engineering so probably not much info there. I do apologize for any strife of traumas but it had to be done. Frankly, these parasites simply had it coming. A reminder: the US has the #1 most expensive healthcare system in the world, yet we rank roughly #42 in life expectancy. United is the [indecipherable] largest company in the US by market cap, behind only Apple, Google, Walmart. It has grown and grown, but as our life expectancy? No the reality is, these [indecipherable] have simply gotten too powerful, and they continue to abuse our country for immense profit because the American public has allwed them to get away with it. Obviously the problem is more complex, but I do not have space, and frankly I do not pretend to be the most qualified person to lay out the full argument. But many have illuminated the corruption and greed (e.g.: Rosenthal, Moore), decades ago and the problems simply remain. It is not an issue of awareness at this point, but clearly power games at play. Evidently I am the first to face it with such brutal honesty."

Después de esta especie de confesión, las intenciones y los porqués quedan mucho más claros. Mangione cree que los administradores de las grandes corporaciones de la salud norteamericana son todos parásitos, refugiados en un esquema de poder intocable gracias a su poder de lobby. Y que las consecuencias visibles de eso son el deterioro de la salud de los norteamericanos, comparada con los otros países desarrollados, pese a tener uno de los sistemas de salud más rentables del mundo. Hasta su intervención, nadie había dejado esto tan en claro. Este discurso no es muy distinto al de Robert Kennedy Jr., posible ministro de Salud de la administración Trump.

A diferencia de personajes como Andehrs Breivik o Ted Kaczynski, el "manifiesto" (en realidad es una carta) de Mangione carece de un llamado explícito a la acción directa o a copiar la vía tomada por él. Pero hay otro detalle interesante y, en mi opinión, bastante revelador. Cuando fue detenido, Mangione portaba el arma criminal con la que pasó a valores a Brian Thompson y que no era una pistola cualquiera sino una impresión 3D de una Glock. Esto se puede relacionar con el querer ser descubierto o no dejar señales respecto del arma utilizada en el crimen, pero a la vez también es un mensaje de que "cualquiera puede hacerlo".

Se sabe que en estos últimos años la impresión 3D de armas avanzó lo suficiente como para poder crear casi todos los componentes en cualquier lugar. Es significativo el hecho de que al momento de la detención portara el arma del crimen. De habérsela sacado de encima después de haber cometido el crimen, ya fuera en un tacho de basura o un río, enterrándola o lo que sea, el caso contra él sería mucho más difícil de probar. ¿Entonces para qué se quedó con el arma homicida encima?

Un último detalle que contradice un poco todo este último párrafo y revitaliza la teoría del vínculo es que dentro de los cuadernos anillados que se le secuestraron había una disquisición acerca de cómo el uso de bombas al estilo Unabomber podía causar víctimas inocentes, mientras que el uso de un arma de fuego era mucho más preciso y reducía las posibilidades de daños colaterales.

Gordo internet

La fallida caracterización de Mangione como un izquierdista tiene su contraparte en lo que surge de leer su cuenta de Twitter. Mangione es un "gordo internet", mucho más cercano al público que lee 421 o que escucha Círculo Vicioso. Recibido en ciencias de la computación, parece que trabajó un tiempo en Firaxis, donde arregló algo así como 300 bugs del videojuego Civilization. Recibido en una universidad Ivy League (la elite yanqui), antes del crimen vivió unos meses en Hawaii surfeando. En su perfil había una imagen de Breloom, el pokemon 286, y en sus tuits podemos ver que era lector de Tim Urban, de Why but Why, un clásico blog forero de internet.

También discusiones sobre cómo el declive del cristianismo en manos del ateísmo trajo consecuencias civilizatorias negativas no deseadas, o cómo la baja tasa de natalidad de Japón es un producto emergente de su transformación cultural post segunda guerra mundial, y obviamente disquisiciones sobre el imperio romano. Los temas básicos que preocupan a cualquier gordo de 25-35 años con un consumo algo excesivo de pantallas. Algo que desde afuera puede podría parecer una mezcla extraña, pero que para quienes habitamos internet es bastante coherente.

La ascendencia de Mangione cubre varios aspectos hoy vacantes. En la época del ciber trolleo, de la cultura del foro, del picanteo y la hipérbole de la palabra, Mangione corta el ruido actuando en la realidad. Una acción vale más que mil palabras. Inevitable atracción.

En segundo lugar, Mangione es un tipo lindo. Es increíble lo que genera la belleza. Pasó algo similar con el caso Nahir Galarza. El crimen de su novio quedó algo opacado porque Nahir era linda, lo cual le generó un séquito de simps. Cabe recordar que históricamente la belleza está asociada a la verdad y a la bondad: la trinidad de la cultura clásica compuesta por lo bueno, lo bello y lo verdadero. Que alguien lindo cometa un acto asociado al Mal (matar a otra persona) sigue siendo un distorsionador mental. Tan simple como eso.

En tercer lugar, Mangione tenía mucho para perder. No hablamos de un lumpen: es alguien educado, de familia con plata, de universidad de élite, del cual se esperaría –como describe el Unabomber en su manifiesto– que sea un sujeto hiper socializado, que asuma como propio el rol social asignado por sus pares acorde a su entorno. Mangione era un sujeto que eventualmente engrosaría las filas de una empresa como United Healthcare, haría una carrera y reproduciría el rol que le fue asignado socialmente. En cambio, toma el camino de la acción directa como si se tratara de un Severino Di Giovanni, un Simón Radowitzky. Creo que ahora el principal atractivo del caso está ahí.

Quizás lo más significativo de Mangione es que el tipo haya rechazado lo que su entorno le ofrecía: una vida tranquila a cambio de resignación. Podría haber seguido sin mayores problemas (más allá de lo inefable del dolor de espalda), se podría haber acomodado en la sociedad como hacemos todos, putear, enojarse y nunca pasar a la acción. Pero eligió actuar.

Sacrificó toda su vida a cambio de un acto de autodeterminación radical, incluso aunque eso terminó significando la autodestrucción de su vida. Esa idea sigue siendo muy potente. Sea en una leyenda acerca del Buda, de Bin Laden o en la de un informático de 26 años de Pensilvania. Es lo más parecido que puede haber dentro de la cultura norteamericana a un bombardeo suicida. En definitiva, el arco de Mangione es el arco de cualquier Jihadista. Y ese es el atractivo fundamental de todo el caso.

Siendo el objetivo un CEO de Evil Corp Inc, casi que no hay costo moral en bancarlo. Todo lo contrario: no hacerlo es casi quedar en el incómodo lugar de defensor de las megacorporaciones. De ahí que la tenga tan difícil la línea "fue todo una psyop" para poder ganar esta discusión.

Aftermath

Ahora podemos especular un poco sobre cuáles pueden ser los efectos del caso Luigi. El impacto más grande quizá sea a nivel seguridad personal. Sería raro que el resto de los CEOs de Estados Unidos no sientan miedo durante esta época y suban la vara de su propia defensa. O sea, digamos, van a subir el nivel de DEFCON. Ése es el primer efecto. Así como el atentado del 9-11 fue el primero y último en usar aviones comerciales como kamikazes, es probable que post-luigi ningún CEO ande tan regalado por la calle. Ahora la vara para repetir una acción de este tipo, si bien está latente, va a estar mucho más alta ¿Habrá efecto contagio? Imposible saber.

El segundo efecto es el daño que logró hacer Luigi Mangione en la opinión pública. Para empresas que gastan miles de millones de dólares en mantener una imagen limpia, con todo lo que eso implica en la industria en la que se desenvuelven, el acto intapable, viral y memético de Luigi puede ser una amenaza a futuro para Evil Corp Inc. De hecho, las acciones de United Healthcare cayeron casi 100 dólares desde el incidente.

Es acá donde la teoría de la psyop vuelve a tener importancia: hay que estar atentos a quiénes se van a beneficiar del escenario resultante.

Habrá que seguir de cerca los acontecimientos.