La nueva ola del death metal progresivo

Corría 2020, el COVID todavía era una novedad, iban algunos meses de cuarentena, y el limbo en el que se encontraba toda la sociedad permanecía mientras pasaban días y meses. Para los que teníamos trabajo freelance o en relación de dependencia, y no teníamos hijos ni mayor responsabilidad que nosotros mismos o nuestras mascotas, todo se iba pareciendo a un estado intermedio entre trabajo y vacaciones, que no decantaba ni para uno ni para otro lado.

En ese contexto, mis visitas recurrentes a mi gran amigo Augusto Jorge, AKA "el Negro", eran la única salida de mi casa y la única porción de vida social que permanecieron en pie. Con el Negro habíamos vivido juntos en 2009-2010, en aquellos años locos locos de juventud que conté en mi novela 3220. Bueno, para 2020 ya estábamos en nuestros 30, asentados a nivel laboral y con una vida mucho más ordenada que antes. Lo suficiente como para no morir.

El Negro siempre fue un melómano. Un tipo con un conocimiento musical muy grande que va de la última banda de grindcore al tema más de moda del minimal techno. Se dio la coincidencia que los dos habíamos tenido una gran cosecha de marihuana. Yo había sacado una Tangie y una Blue Cheese, y él Girl Scout Cookies, Gorilla Glue y creo que Amnesia Haze.

La rutina pandémica, entonces, consistía en levantarme más o menos temprano, despedir a mi señora que se iba al trabajo -le tocó laburar a toda máquina durante la pandemia-, agarrar la bicicleta y pedalear hasta lo del Negro en medio de las atmósferas semi apocalípticas que generaba la cuarentena. Calles casi desiertas, pocos autos, casi ningún ser humano caminando.

En medio de un martes a la tarde, sin ninguna obligación más que seguir fumando porro, El Negro puso un temazo en YouTube. El video tenía una especie de aire paródico a lo que podían ser los videos de bandas de los '70 tocando en algún estudio de televisión. Y oscilaba entre una base de rock progresivo y una tendencia al death metal. Es decir: distorsión, blast beat y voces pútridas.

Rivers of Nihil, el primer despertar

Después de verlo varias veces y reírnos con algunas cosas del video (la altura del cantante, el monstruo que aparece atrás de un amplificador, el vestuario elegido), quedó claro que se trataba de un temazo. Y particularmente porque incorporaba al género extremo algunos elementos muy progresivos, e inclusive un saxofón.

Pasada la fascinación por el video, no tuve más opción que escuchar todo el disco. Así fue como llegué a uno de los álbumes que se volvió de cabecera desde entonces y que me abrió la puerta a una camada de bandas que desconocía, y que irremediablemente me destruyeron el cerebro (una vez más). El tema era Where Owls Know my Name, del disco epónimo de Rivers of Nihil.

Si me dejo llevar por la descripción de la enciclopedia del metal, los Nihil son una banda de death metal técnico, es decir, metal ejecutado con un altísimo nivel de precisión y complejidad. Nunca fui bueno para definir o describir bandas, más que nada por ausencia total de aparato crítico para hacerlo. Pero creo tener buen oído, o sea, digamos, poder detectar cuando musicalmente "está pasando algo".

Creo que terminé de entender la definición de death metal técnico después de escuchar 400 veces mi tema favorito del disco, The Silent Life. Ahí uno puede apreciar el despliegue "técnico" de la banda. Uso y recomiendo. Y si le sumamos A Home tenemos la tríada perfecta del álbum.

Los Nihil no me dieron más opción que escucharlos de forma obsesiva y repetitiva. Hasta el hartazgo. Pero eso no fue todo, ni por asomo. La obsesión con ellos me llevó a otras bandas que compartían algunas de estas características: el death metal, la tecnicidad y los elementos progresivos. Así es como recalé en tres más que se incorporaron de forma definitiva a mi roster personal.

Blood Incantation: Anunnakis y dark ambient espacial

Sin duda alguna, la que más aprecio y disfruto de escuchar es Blood Incantation. Y en particular su disco estrella, Hidden History of the Human Race, una obra maestra desde lo musical y lo conceptual. El álbum toma como concepto los escritos de Zacharias Zichtin y toda su teoría de los extraterrestres ancestrales, básicamente los Anunnakis. Que será una muy mala interpretación científica de las tablas de escritura cuneiforme de la civilización sumeria, pero resulta una excelente interpretación en términos de ciencia ficción.

Desde ahí, la banda despliega todo su imaginario anti-humano, uno de los motivos clásicos del death metal, pero en vez de expresarlos en los términos más clásicos del género (la muerte, el desmembramiento, la guerra, el satanismo) los lleva al plano de la ciencia ficción y los extraterrestres, el universo, y la historia humana como un juego de marionetas.

Todo esto mientras suena un blast beat a 200 bpm cogiéndote el cerebro, riff asesinos que no se te van de la cabeza y gritos guturales (growl) que te abren en dos. En medio de ese conjunto de elementos clásicos del género, aparece el condimento progresivo: tres minutos de dark ambient espacial. Ahí es cuando decís: "Estos tipos son unos genios, tenés que cerrar el estadio". Cuatro temas componen Hidden History of the Human Race. Cuatro. Y uno dura 18 minutos.

No contentos con esto, el siguiente lanzamiento de la banda, Timewave Zero, sería un disco entero de dark ambient espacial. El resto de la discografía también es muy recomendable, pero éste es una una joya total y absoluta, una especie de sinfonía atmosférica en la cual la tensión es el elemento constante.

Es un disco sin un ápice de distorsión ni un solo growl, pero donde siempre estás a la espera de que en cualquier momento se pudra. La tematización de lo no humano como la fuerza primordial en el espacio es la marca de la banda.

Tomb Mold, el moho crece en tumbas de planetas olvidados

De estas cuatro bandas, Tomb Mold es la que explora menos la incorporación de elementos no ortodoxos a su música: es la única que no sumó saxofón. Eso no le quita capacidad de irse a lo progresivo, pero dentro de los esquemas reconocibles del género: el blast beat, la técnica y los gritos guturales. De hecho es una de las que más hincapié hacen en las progresiones técnicas, complejas y virtuosas de la guitarra, como si de un álbum experimental de Steve Vai se tratase.

Esa misma exploración con la guitarra es la que introduce el elemento "progresivo" que a esta altura tenemos que definir más allá de la etiqueta. Lo progresivo puede tomar muchas formas, pero en general lo usamos para referirnos a pasajes o temas dentro de una obra musical en los que una composición pasa a tener unas secuencias más "colgadas", más largas, que se desvían de la estructura típica de la "canción" y derivan hacia secuencias más similares a la improvisación, sin dejar de lado el virtuosismo.

Tomb Mold también se inscribe en esta especie de death metal técnico con temática espacial-orgánica. Su nombre, en castellano, sería Moho de Tumba, resaltando así dos características de lo humano: la muerte y el paso del tiempo.

Lo primero de ellos que escuché fue Planetary Clairvoyance, un disco más ortodoxo de death metal técnico: progresiones de guitarra cuasi matemáticas, mucho blast beat y canto gutural. En 2023 la banda sacó The Enduring Spirit, profundizó a nivel temático en la cuestión espacial y agregó mucho elementos progres dentro del disco. Secuencias colgadas, temas más largos, momentos floydianos. En mi opinión, todo ganancia.

White Ward: black metal indie ucraniano

De estas cuatro bandas, White Ward es la más extraña y a la vez una de las mejores. Tras una tapa que podría parecer de disco de una banda indie, WW otorga en False Light un disco brutal que conjuga dosis muy altas de black metal y rock progresivo. De hecho, creo que es el más progresivo, junto con The Silent Life de Rivers of Nihil.

Cabe recordar a los lectores no versados que el black metal y el death metal comparten muchos elementos, pero la principal distinción reside en la voz utilizada. Mientras que en el death metal la voz es gutural y profunda (growl), en el black metal el estilo es más de alarido agudo (shriek).

False Light salió en junio de 2022, meses después de que Rusia invadiera Ucrania, país de origen de la banda. Es un poco más pesado que el anterior, Love Exchange Failure, donde también se podía ver el crossover que la banda estaba construyendo. Ya en False Light la presencia del saxofón es bastante significativa. Como se ve, es instrumento cuasi ubicuo de los discos seleccionados. De hecho, este texto podría titularse "De cómo el saxofón se introdujo en el metal extremo".

Cabe destacar, de nuevo, la intención tanto estética como temática de la banda, que están muy lejos de las convenciones del género. Por empezar, su logotipo es perfectamente legible. En segundo orden, las tapas de sus discos y su estética remiten a una banda indie más que a una del género. Por último, los elementos novedosos introducidos en la música de la banda (escuchar Phoenix, de False Light) hace que la enciclopedia del metal los catalogue como "post-black metal". Banco.

This is the end, my friend (pero tiene bonus track)

Cómo no podía ser de otra manera, le expresé toda mi fascinación y exploraciones musicales a quién me abrió la puerta a este micromundo que volvió a llenar de novedad un catálogo musical personal que ya estaba estancado en la repetición de los clásicos. Pero como el conocimiento musical de El Negro es vasto y cuasi infinito, me regaló una joya más.

Todos estos elementos que yo, neófito, consideraba novedosos y avant garde, ya estaban presentes en un disco de una banda de 2008. Se trataba de Assasins: Black Meddle, Pt.I de la extinta banda Nachtmystium. Disco que uso y recomiendo, por supuesto.

Con esta selección de cinco increíbles bandas llego a la conclusión de que, por un lado, me da una micro nostalgia de esa atmósfera pandémica, compuesta por una conjunción de excesos (de marihuana, música y tiempo libre) con finas hierbas de irresponsabilidad. Y de que, por el otro, me satisface escribir y compartir con ustedes esto, dado que las canciones, discos y bandas que componen esta guía son de una calidad superlativa.

Lo cual me hace preguntarme si acaso no estaremos viviendo una pequeña edad de oro del metal extremo, o si es sencillamente que yo volví a redescubrir un género que siempre tuvo una calidad musical por encima del resto.